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Cada vez que una persona suscribe un servicio, compra un producto o hace un reclamo, se le piden varios datos personales: nombre, rut, correo electrónico, número de móvil, dirección, son los más comunes. A veces pueden pedir información de redes sociales o incluso la tarjeta de crédito.

Muchas veces pensamos que esos datos estarán protegidos y que la empresa nunca los usará contra nosotros. Ambos supuestos son equívocos, todas las empresas expondrán los datos en algún momento y además serán usados para cobranza, publicidad y asociación con otros datos.

Aparte de estos problemas, que están siendo bastante discutidos en los medios de distintos países, en Chile ocurre una situación extra: la mayor parte de las empresas no verifica los datos asociados a los clientes o lo hace de forma muy poco efectiva. ¿Qué quiere decir esto? Que es muy sencillo asociar datos de otra persona a un cliente. Basta con indicar el número de móvil o la dirección de otra persona al momento de inscribirse o al de actualizar los datos.

Es cierto, no es precisamente del tema, pero es excelente y ganaríamos unos centavos.

¿Qué problemas trae esto? El primero es bastante directo: otra persona recibirá llamados, SMS, cartas o correos electrónicos que no están destinados a ella, la solución típica será borrarlos o en el mejor caso solicitar eliminar la suscripción, pero el dato seguirá asociado. ¿No es gran problema? Bueno, cuando empiezas a recibir llamadas de cobranza se empieza a poner más complicado. Más adelante recibes la carta de aviso de embargo por una deuda con una empresa con la que jamás has interactuado. Terminas pagando una tercería para evitar el embargo. La empresa negligente ni siquiera te pedirá disculpas.

Las empresas negligentes no verifican que los teléfonos, direcciones y correos electrónicos que entregan sus clientes (o que obtienen por otras vías más oscuras) sean correctos y que pertenezcan a quienes dicen. Mecanismos para eso existen desde hace años y los usan muchísimas empresas extranjeras, las chilenas no lo han necesitado hacer, nadie los obliga y les sale más barato no hacerlo. Los costos los pagan los clientes.

No se debe ignorar una llamada, carta, mensaje o correo electrónico que llegue a nombre de otra persona, detrás de eso se puede estar gestando un fraude o por lo menos una molestia posterior.

La empresa en la que trabajas, ¿verifica los datos de sus clientes?